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«Lectura de la clase XX del Seminario 6: “El fantasma fundamental”»

El psicoanálisis se aparta de la concepción moderna que dualiza la relación sujeto-objeto, y subvierte la noción de sujeto como sujeto del conocimiento, el sujeto entendido como sujeto de deseo no es un sujeto cognoscente porque está barrado, es sujeto de la castración, de la falta, y es a partir de este no saber que se instituye lo inconsciente. Asimismo, provoca un viraje radical en la tradición filosófica, en tanto pasa de una pregunta universal sobre el ser del sujeto, en tanto sujeto cognoscente, a un sujeto de deseo, singular, como pura pregunta, como enigma.

Freud, en uno de sus trabajos prepsicoanalítico: “Proyecto de una psicología para neurólogos”[1], resultado de una recopilación de algunas de las cartas que intercambiaba con Fliess y que data de 1895, dice sobre la vivencia de satisfacción:

[…] el organismo humano es al comienzo incapaz de llevar a cabo una acción específica. Esta sobreviene mediante auxilio ajeno: por la descarga sobre el camino de la alteración interior, un individuo experimentado advierte el estado del niño. Esta vía de descarga cobra así la función secundaria, importante en extremo, del entendimiento y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuente primordial de todos los motivos morales. […] El todo constituye una vivencia de satisfacción, que tiene las más hondas consecuencias para el desarrollo de las funciones del individuo.

Freud propone que este auxiliar, decodifica el llanto del bebé ante una insatisfacción indefinida, es decir que lo toma por completo, no está localizada. En esta cita Freud describe la necesaria alienación del bebé para subjetivarse a partir del Otro. Es a partir de esa indefensión y ese “entendimiento” que se da sentido al llamado del bebé y se introduje el gran Otro, que aporta un significante que opera como marca en lo real. Así se constituye como infans, como sujeto atravesado por el lenguaje.

Lacan, en la lectura que hace de Freud, propone un objeto que satisface completamente, generando una experiencia que no se volverá a repetir y que deja una huella. El objeto de esa vivencia de satisfacción queda perdido para siempre y será la causa del deseo, precipitando la búsqueda incesante de ese objeto que satisfaga totalmente, un imposible.

En este sentido, distingue la necesidad de la demanda. La necesidad se orienta a un objeto específico y se agota sin resto ante su satisfacción. La demanda se articula a esta necesidad, pero se dirige al Otro, demanda que no se satisface y que en última instancia es demanda de amor. Entre la necesidad y la demanda se ubica el deseo, no es ni una ni la otra, Lacan, en el Escrito La significación del falo, dice: “Así el deseo no es ni el apetito de la satisfacción, ni la demanda de amor, sino la diferencia que resulta de la sustracción del primero a la segunda”[2].

La relación primordial del sujeto es la relación con el Otro en tanto lugar de la palabra y a quien le dirige la demanda, a través del llanto que queda comprendido en la ley del lenguaje. Pero entonces, ¿dónde se localiza el deseo?, Lacan dice: “el deseo es el deseo del otro”, remitiendo a la otredad del deseo inconsciente y su efecto de Spaltung (escisión del sujeto y del yo) respecto del espejismo de sí mismo. El deseo es deseo del Otro en la medida en que, en su carácter estructurante, el sujeto no desea un objeto que pueda satisfacerlo, sino que es deseo de un deseo, deseo del Otro que inscribe la función materna.

El Otro a quien se dirige la demanda, podrá darle un valor cualquiera, cargándola de sentido y produciendo la alternancia presencia – ausencia, dará el don o no lo dará, en esta relación el sujeto se constituye. Lacan va a pensar esta presencia- ausencia con la fórmula del fantasma, en relación con el objeto. El intervalo de la presencia-ausencia del objeto, tiene la función del losange y el sujeto adviene en el intervalo entre dos significantes. Esta dialéctica da como resto el objeto a, objeto causa del deseo.

En esta clase Lacan va a proponer que el fantasma fundamental garantiza el soporte del deseo. Lo fundamenta haciendo pasar la constitución del sujeto por el objeto a. El objeto a, es el soporte del deseo en tanto, el lugar del deseo para el sujeto es en el Otro, pero algo falta, ese es el motor del deseo, el sujeto se dirige a otro a través de la demanda, en la búsqueda de un objeto, de aquel objeto de la vivencia de satisfacción. Esa falta, permite que el sujeto pueda identificarse como sujeto del discurso que él sostiene. Es la hiancia a partir de la cual adviene como sujeto deseante.

Al introducirse en la dimensión del deseo el sujeto paga el precio de la castración, de la división, en la medida en que no puede designarse en el significante, nombrarse en él, como sujeto. Cuando Lacan dice que “no hay otro del otro”, se refiere a la imposibilidad del Otro de dar al sujeto un significante que le de unidad, es decir que el Otro esta barrado, no puede aportar el significante que, de consistencia al ser, el sujeto se sitúa en relación a esa falta, porque es en el lugar del Otro en donde se constituye y se hace reconocer. El sujeto queda marcado por esa falta, por ese resto, que es el objeto a. Lacan (1962-63), en el seminario 10 La angustia, avanza en lo planteado por Freud en relación a la castración, y dice que el sujeto no retrocede en su realización deseante ante su propia castración sino porque tiene que vérselas con el deseo del Otro que está castrado y dice que lo que va a producir angustia es la castración del Otro, esa imposibilidad del Otro de darle unidad.

El objeto a, es efecto de la castración. El sujeto de deseo está en relación a la castración y por ende en relación al objeto. El objeto a como objeto causa de deseo, se define como un resto que queda por fuera de la significación y que se constituye en la misma operación de corte que instaura al sujeto en la dimensión significante. Lacan propone el fantasma como sostén de la vida deseante. El fantasma es un modo de concebir al sujeto y al objeto y la relación entre ambos. Un sujeto y un objeto que se relacionan de modo ambiguo, por eso el losange es el símbolo lógico que los relaciona. Ambos términos del fantasma, sujeto y objeto, se implican mutuamente. El losange es la escritura de la hiancia, de la imposibilidad, de la falta de complementariedad del sujeto y el objeto, estableciendo la lógica del deseo y del fantasma, es decir la de la castración, porque posibilita un encuentro fallido.

Para cada sujeto hay un fantasma fundamental, a partir del cual se define la relación más básica del sujeto con el Otro, o su posición con respecto al Otro. El fantasma es una articulación simbólico-imaginaria, es una ficción de velamiento de lo real, que se ubica en el mismo lugar que la angustia, cuando falla el fantasma se produce angustia.

El fantasma soporta al sujeto, en tanto aporta la máscara, el velo con el que el sujeto se confronta a la falta, a la castración del Otro, punto de angustia máxima, donde el sujeto deviene barrado. El fantasma sería la escena que intenta responder ¿qué soy para el Otro? ¿qué me quiere? El deseo se sostiene en el fantasma, porque el sujeto se sostiene en el fantasma ya sea como sujeto deseante o como objeto deseado. El objeto cumple la función de sostén de una escena en la cual el sujeto adviene deseante, ese objeto perdido primordialmente, es causante del deseo. El objeto funciona vía el fantasma ya sea el objeto voz, mirada, pecho o heces.

Me gustaría compartirles una imagen del cuadro de René Magritte de 1934, que tituló “La condición humana”:

Magritte pinta el mundo, un mar, un cielo, una habitación abierta y luminosa que se abre al exterior a través de un arco de medio punto. Ante esta imagen se interpone un lienzo sostenido en un caballete, sobre ese lienzo la imagen del mundo se prolonga. El arco, el lienzo y el caballete son construcciones humanas. La pintura está incluida en el mundo, pero al mismo tiempo hay algo que se recorta, como una escena dentro de la escena. Y me pregunto ¿qué está en el interior y qué en el exterior? ¿Qué es ese lienzo que se continua, mostrando lo que la pared de la habitación vela? Un recorte del paisaje se transfiere al interior y sólo puede verse desde allí, aunque exista afuera. Esto me hizo pensar en la condición humana como condición del Otro y más que nada en el soporte que brinda esa escena recortada, el caballete, a través del cual el artista o el sujeto se enfrenta a lo real o al mundo.

El fantasma tiene materialidad discursiva y por lo tanto se puede operar en ella. Lacan va a proponer, en el seminario 11: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” que en análisis algo de la relación entre sujeto y objeto debe oscilar, dándole la posibilidad de atravesar la escena fantasmática en la que se constituye, posicionándose de otro modo respecto a esa ficción que organizó como respuesta ante la falta del Otro.


[1] Freud, S. (1895). “Proyecto de psicología para neurólogos” En James Stratchey: Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud. Tomo 1. (p. 362)

[2] Lacan, J (1985). Escritos II: “La significación del falo”. (p. 671)

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